En la carrera de fondo que emprenden muchas parejas para tener
un hijo, si no lo logran de forma natural, entran en juego distintos factores.
En muchas ocasiones, todas las miradas se ponen en la mujer y
en los fenómenos que pueden afectarle: endometriosis,
factores genéticos, …
Sin embargo, el lado masculino es, en muchos casos, el responsable
de que no se logre el tan esperado embarazo. La causa, puede estar,
incluso, en semen, aparentemente normal.
El problema puede residir en la fragmentación del ADN espermático.
Si la rotura es de cadena sencilla, se producen fallos en el embarazo,
y si es de cadena doble, abortos y fallos en la implantación.
“Siempre se valora más el lado femenino, pero a veces, incluso con óvulos
de donante y semen que, según las pruebas practicadas se había
valorado como normal, nos encontrábamos con que no teníamos embrión
para transferir”,
Los antioxidantes, un aliado
Para mejorar esa fragmentación, lo único que de momento se ha visto que
puede ser efectivo es la “cúrcuma con pimienta, un potente antioxidante
que les recomendamos junto con los complejos vitamínicos, también
antioxidantes
Del mismo modo, “eliminamos completamente la cafeína,
el chocolate y la teína”, apunta, y con todo ello, el porcentaje de fragmentación
se puede reducir”.
Los chips de fertiidad
Sin embargo, una vez que se ha detectado el problema, para solventarlo,
se recomienda a las parejas, aplicar el chip de fertilidad. La técnica, denominada, Fertile, se basa en “una cámara microfluídica de un solo uso
en la se pone una pequeña cantidad de semen” El sistema cuenta con unos
“carriles por los que tienen que pasar los espermatozoides, que se incuban
muy poco tiempo”, matiza. De este modo, por el orificio de salida, salen los espermatozoides sanos, “los que están mejor de morfología, tienen menor fragmentación y menos especies reactivas de oxígeno” puntualiza.
El semen que se deposita en estos chips, además, no requiere ningún
tratamiento previo. “Cuando lo tratamos en el laboratorio, si ya está dañado,
con la centrifugación se daña un poco más.
La técnica es válida, incluso, en casos de fragmentación muy elevada.
“El paciente con mayor porcentaje de fragmentación que hemos tenido
contaba con un 96%”, cuenta la doctora Cabello. “En estos casos, no pasa
ningún espermatozoide, de manera que lo que hacemos es incubarlo
un poco más”, destaca. De este modo “se consigue reducir al menos
el 50% de la fragmentación y logramos espermatozoides sanos para
microinyectar. La paciente, por fin, consiguió un blastocisto para
transferir cuando nunca habían llegado hasta ese estadio tan avanzado
de desarrollo en ciclos anteriores”.
A diferencia de los daños de cadena sencilla, los daños de doble cadena
no son subsanables por el ovocito, por lo que ni siquiera un óvulo
de donante lograría conseguir el embarazo.
“Estamos hablando, además, de pacientes con edades elevadas,
en las que las dificultades aumentan”,
“no se indica siempre, sino a aquellas parejas que han tenido fallos
de implantación previos, abortos, o mujeres con baja reserva que no han
llegado a transferencia cuyas parejas tienen sémenes normales”.
Al margen de esto, en el caso de que el problema no se pudiese solventar
de este modo, cabría un último recurso, “utilizar semen de donante”,
una posibilidad, sin embargo, que, a diferencia de lo que pasa con
la donación de óvulo, no suele ser muy bien recibida por las parejas.
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